Como Romero había predicho, los zombis conservaban algunos recuerdos inconexos y sus instintos. El de comer, sobre todo. Pero no atacaban a los no zombis, atacaban los centros comerciales y las tiendas de abarrotes, atacaban las verdulerías, atacaban las carnicerías, las dulcerías, las panaderías, los restaurantes y las fondas. Los zombis se llevaban los gansitos, las tortillas, los pollos, los aguacates, todo. Tenían la ropa hecha jirones y llena de boronas. Y sólo mataban a los que por miedo querían exterminarlos.