jueves, junio 30

El día de la independencia: contraataque


¿Es realmente una mala película?

En la imaginación del paranoico capitalista, cualquier cosa que tenga una conciencia colectiva es el enemigo: caído el muro de Berlín, los comunistas tienen que venir del espacio, y los aliados contra la estética oscura e imponente de la propaganda marxista tienen que haber trascendido la existencia biológica y evolucionado hacia la forma de las iMac, bandera indiscutible del diseño gráfico. No importa si la relación entre los personajes está estancada, no importa si están en coma, o si deben tratar sus traumas de la guerra con poderosos antipsicóticos: no hay tiempo de que solucionen sus problemas por las buenas. Lo que une al ser humano es la lucha contra el comunismo intergaláctico. Lo que lo motiva a levantarse es la psicopatía de la guerra, una tan torcida que la iMac espacial, a la que ya le han disparado al principio de la trama, teme por su seguridad y declara a la humanidad "especie sobresaliente", a pesar de que ya ha hablado de su carácter primitivo en su primer mensaje. El objetivo primordial de las Mac, como todos sabemos, es hacer significativa la comunicación humana, trascender el mensaje de texto, de tal modo que pueda expen cualquier idioma.

Dos puntos hay que retomar. Uno mínimo, primero: el de las motivaciones del ser humano. Si no eres psicópata, eres alcohólico y ambicioso. No importa que una nave alienígena mande un rayo asesino cerca de tu embarcación: no te vas a mover si estás persiguiendo un galeón español lleno de doblones. Y no importa que se destruya el mundo, no vas a trabajar y a dejar la botella a menos que alguien te ofrezca cien millones de dólares. La recompensa final no es sobrevivir, sino haberte vuelto millonario, para poder seguir bebiendo por toda tu vida sin preocupación alguna.

El otro punto es la continuidad de esta secuela, que en realidad parece remake. No sólo porque las escenas se repiten una y otra vez (demasiado guiño se convierte en tic, y los tics son comunes en los problemas psicóticos que vuelven al ser humano una especie tan idónea para la guerra), sino porque todos despertamos con el comatoso de pronto, tan ávido de ir a partir madres que se olvida de que las piernas no han de servirle, y sin terapia alguna de rehabilitación corre emocionado a tomar un arma espacial. Todos despertamos, decía, para darnos cuenta de que la guerra no ha terminado. Vivimos por la guerra y despertamos por la guerra. La guerra nos une. Veinte años pasaron para ver que las cosas no han avanzado: la corrupción lo ha estancado todo en los mismos protagonistas o en los hijos de los protagonistas en puestos estratégicos. Si quieres tener un papel importante, cásate con la hija de un protagonista.

¿La actuación de las mujeres? Sólo es importante si eres del bando de los malos. La presidenta muere sin hacer nada, y el verdadero presidente, el héroe vivo cuya cara ha de salir en los billetes de cinco dólares, hace lo que sabe hacer. La conciencia virtual femenina encarnada en una iMac milenaria sólo sirve para llevar mensajes de correo electrónico. La chica piloto sólo es útil cuando ve morir al padre y luego queda inmovilizada. La profesional admirada que da autógrafos a todo el mundo queda absolutamente opacada ante el mando imponente del superior, el hijo de Will Smith, o ante los dones indiscutibles del tipo que la pretende. Sólo la reina alien pone en jaque a todo el mundo.

¿La diversidad? Trabaja en distintas escalas individuales. No es válida de otra forma. Los latinos viven en su mundo aislado de los temas internacionales seguramente peleando contra el narco. Los homosexuales no se besan, y se acoplan al mundo en tanto puede demostrarse que tienen una vida perfectamente familiar. Los africanos no se adaptan a la tecnología, quién sabe por qué, y prefieren usar machetes y seguir en la guerrilla.

Y, por todo esto, y más que no recuerdo de sopetón, ¿es una mala película? Depende. Primero quisiera saber si tanta mamada es intencional. Si lo es, la película es excelente: somos una raza psicópata que causa terror hasta en las civilizaciones más avanzadas y cuya clave del éxito es el amor al dinero y el sometimiento de las mujeres, un resumen de nuestra historia y de nuestra proyección en el porvenir. El nivel crítico es superior. Si no hay intención, la película sigue siendo excelente, a pesar de todas sus fallas técnicas: no hay forma de que ocultemos las características más sucias de nuestra cultura, y las hacemos evidentes en nuestras más costosas fantasías, porque si de algo estoy seguro es de que esta película no fue barata.