lunes, enero 21

viejo amigo:

cualquier odio correspondido, cualquier palabra posterior, cualquier intento de disculpa, todo carecía de importancia, todo parecía inútil después de lo que te hice, viejo amigo. yo usé tus complicaciones morales en tu contra, y la reacción que tuviste me parecía merecida y justa. no sabías por qué te sentías molesto. pensabas que los celos te habían movido, o que yo me había convertido en un imbécil (quizá siempre fui un imbécil), o que... qué sé yo. el caso es que empezaste a despreciarme, y yo me guardaba las ansias por saber que no tenía derecho a decir nada.
sin embargo, me he enterado por medios misteriosos y sorprendentes de que estamos a mano, porque no fui yo quien disparó primero. así que, como sé que no dejarás de odiarme, ahora yo también te odiaré a ti y me burlaré de todas las desgracias que te ocurran como tú te has divertido con las mías. haré chistes con tu dolor, y, cuando duermas, como no estemos juntos y borrachos, enviaré a mis duendes nocturnos para que te azoten las costillas y te tiren de la cama. así estaremos cerca de lo justo, que es lo que me interesa, aunque el buen nietzche me haga caras de desprecio.

firma lo que ha quedado del totis.

recado sin urgencia

es posible que los ojos se me hayan caído en tu cama.

sábado, enero 12

azar y justicia

Se toma con una mano un peón blanco y con la otra uno negro. En la espalda, ambos puños se intercambian contínuamente el contenido. Esta operación durará tanto como el operador quiera o se harte. Al final, el oponente elegirá una opción: puño izquierdo o derecho. Si señala el puño izquierdo, y en él hay una pieza blanca, jugará con blancas. Si hay una negra, jugará con negras. Si, por el contrario, escoge puño derecho, se aplicarán las mismas reglas.
Este peqeño ritual es la base de la justicia en el juego de ajedrez. Es obvio por qué no hay qué fiarse del que siempre quiere jugar con blancas. Hace unos días, no me resultaba evidente porqué no había qué fiarse de tipos como yo. El que siempre quiere jugar con negras, aunque no espera la ventaja del primer turno, espera un pretexto o un escalón. El pretexto, por si pierde, y el escalón, por si gana, para poder decir que a pesar de una desventaja consiguió la victoria.