martes, enero 12

Huevos modulares

He leído un libro que escribió un tal Arbib. Arbib dice que podríamos tener un modelo sencillo del cerebro humano para estudiarlo y para comenzar a trabajar en el desarrollo de las matemáticas biológicas si lo simplificamos:

a) suponiendo que todas las neuronas funcionan en sincronía completa,
b) fijando el umbral y el peso de cada neurona independientemente del tiempo,
c) ignorando los efectos de las hormonas y de los productos químicos (como el alcohol) en la modificación del comportamiento del cerebro,
d) ignorando cualquier interacción entre las neuronas (como las debidas al campo eléctrico asociado con sus impulsos) excepto la que tiene lugar en las sinapsis, e
e) ignorando las células gliales

Yo digo que si Arbib tiene razón entonces podemos estudiar el universo con un modelo que:

a) desdeñe la fuerza de gravedad,
b) no tenga en cuenta la electricidad,
c) desprecie el magnetismo,
d) suponga que las partículas subatómicas no existen y
e) fije el color de la piel de dios como rosa.

El libro de Arbib es bueno, a pesar de todo. Sigo leyendo ávidamente sus demostraciones matemáticas y su ingeniosa comparación entre el cerebro humano y una computadora.
Claro que cuando Arbib escribió su libro, en 1964, no sabía nada de los brazos biónicos que tenemos ahora, ni de internet, ni de los tiny toons ni de animaniacs. Sin embargo, Azorín escribió otro libro en 1941 en donde dice:

"Mientras me visto no pienso en nada: ¿en qué voy a pensar? Yo no tengo nada grave en que hacer trabajar mi pensamiento; yo soy un hombre que dice: «¡Viva la bagatela!»"

Y quizá veinte años antes alguien más hizo un mejor estudio del cerebro humano. O cien. Pero no estoy tratando de decir que la literatura es más exacta que cualquier ciencia pura (antes pienso que la literatura no sirve para nada). Lo que quiero decir es que no se puede avanzar siempre en línea recta.