Como Jason, como Freddy Krugger, hay cosas que no se mueren nunca, que son ridículas hasta dar risa, que son agradables, por lo menos para el espectador que se divierte con ellas. Nancy sufrió mucho perseguida por Freddy, y mientras ella sufría nosotros reíamos de sus sueños macabros, del dedo que su perseguidor se cortaba infinitas veces, de los chistes oscuros, de la estupenda imaginación espectral.
Los fantasmas son inmortales. Y no necesitan nuestra voluntad, tienen la suya propia. Dejan rastros en lugares estratégicos para regresar al más acá después de que los exorcisemos. Algunos nunca nos harán daño, sólo no nos dejarán dormir, sólo nos harán travesuras. No les podemos escupir porque parece que la saliva los atraviesa. Lo peor que se puede hacer, según vi en actividad paranormal, es conseguir una ouija para preguntarles quiénes son y qué coño es lo que quieren. Quieren revivir. Siempre revivir o vengarse. ¿Qué más me interesa saber? Tratar de saber más es tentar el coño de la novia del diablo.
Por eso prefiero tiburón, donde le atascan el hocico a la bestia con unos tanques de oxígeno para después volarle la cabeza. Y la bestia no vuelve a molestar.
Lo que no me mata me hace más desconfiado, lo que no me mata me hace más viejo, etcétera. Buena canción del cuarteto de nos. Se llama malherido. Aunque parece como de los babasónicos, según me dijeron, y odio a los babasónicos por una razón que no puedo comprender, la canción me pone con ganas de chupar. Vodka o cerveza. Con clamato y mucha salsa tabasco. Ajúa. ¡Ajúa!