sábado, febrero 1

algo de suerte

suelo pensar que soy prudente. a veces corro riesgos, como todo el mundo, como cruzar la calle por abajo del puente, caminar borracho sobre la madrugada, mentarle la madre a un imbécil que no sé si esconde una daga o un revólver, fumar: idioteces comunes, en fin. por lo demás, la vida es tranquila, segura, dentro de cuatro paredes de piedra que uno piensa que pueden detenerlo todo: hasta una bomba.

pero luego viene una idea: una mujer, por ejemplo, que se le mete a uno en la cabeza. entonces las paredes empiezan a verse más gelatinosas. la mujer tiene su propia idea del mundo, sus propias seguridades. y se baila mal, sin ritmo. los impuestos suben y los planes se posponen. maldito estado, dice uno, maldito estado. vuelan los buitres: todo amenaza. todo tiene hambre.

y uno quisiera aferrarse a esa seguridad miserable de las cuatro paredes de antes, que encima no todos pueden tener, que se pueden caer con cualquier terremoto, que el banco puede robar. y lo que parecía tan sencillo puede perderse de pronto. todo puede perderse. uno no tiene nada. las manos vacías. y pierde sentido aferrarse. y te vuelves un astronauta en el espacio, sin propulsión ni a la vista la navecita que puede salvarte.

hoy me caí, de la manera más natural. hay hombres que caen y luego mueren, después de cierta edad. así de fácil. hoy me caí, pero tengo 29 años todavía y mucha suerte. ¿cómo no soy capaz de apreciar esta suerte, carajo? ¿es que soy malagradecido con el universo?

en fin: ahí va la canción del rockdrigo, otra vez: