Hace un par de semanas recibí un correo que no me correspondía. Al parecer mi dirección y la del destinatario se parecen mucho. Además, yo me llamo Carlos G. G., y ella, Carla G. G.
Respondí diciendo que yo no era ella, que había una confusión. Me dieron las gracias y... volví a recibir la carta.
La señorita C. G. G. tuvo que viajar. El único contacto iba a ser el e-mail que ella le dejó al amable señor con el que he hablado. Se llama Juan. Juan Lenovo Marbelete Carpintero. Está angustiado y yo conmovido. He querido ayudarlo publicándola, aunque sea íntima, para ver si ella, de pura casualidad, busca el nombre de su amorcito en el Google. Y es el último recurso, porque ella misma no conocía la dirección postal a la que llegaría, y no anotó la de su buen novio, confiada en internet y en estos nuevos medios. El señor J. L. no tiene teléfono, y acaba de crear su cuenta en gmail, por si fuera poco, porque no estaba interesado en las computadoras. Espero que alguien, si no ella, un conocido, pueda ayudarnos a encontrar al destinatario real o a decirle que aquí puede consultar su carta. Abajo la dejo, más una postdata que Juan L. M. C. ha querido agregar y unas correcciones que quise hacer (el señor J. L. M. C. no estuvo de acuerdo al principio, pero lo convencí):
Hoy fue un mal día en el trabajo. Tal vez el peor del año. Aquella chiquilla estúpida, no la puedo olvidar todavía. No me dejaba en paz. Quise irme rápido, al siguiente buzón, a la siguiente casa, a la siguiente calle, y seguir con mi rutina, para que la tarde se acabara pronto, como siempre espero que ocurra. Estoy cansado de este trabajo. Quizá de todos los trabajos. Ojalá que me gane la lotería. Esta vez tengo los números correctos, estoy seguro.
Lloriqueaba, pataleaba, me rogaba como si yo fuera su pobre novio. O feliz exnovio. Lo más seguro es que él sí la haya olvidado para siempre, y es comprensible. Pero yo tengo qué cargar con su responsabilidad, con las heridas que ha dejado.
Recordé las que dejé en algunas personas, en otros tiempos. Cuando no existía el correo electrónico y había muchos hombres más con un empleo como el mío. Pero las mujeres de aquellos tiempos eran distintas, estaban preparadas. Nos odiaban en silencio. Sabían que cuando no había noticias nuestras en más de una semana ya todo estaba perdido. Eran mujeres con clase, como tú, y me arrepiento de haber lastimado a muchas de ellas.
Por eso no me fui. Porque me sentí culpable. Porque pensé que nunca más desapareceré de esa manera, nunca te lastimaré así. Te quiero. Ya lo sabes, y nunca me canso de recordártelo.
Hay algo de todo esto que me hace pensar, que no puedo resolver. ¿Quién manda cartas ahora? Yo sólo llevo paquetes y cuentas mensuales, como la del teléfono. Ya nadie manda cartas. ¿Por qué esa chiquilla esperaba una? ¿Cursilería nostálgica?, ¿burla?, ¿verdadera desesperación? Mañana me aseguraré de tomar otra ruta. Nunca más volveré más por allí.
¿Cómo está todo, chiquita? ¿Te tratan bien tus tíos? Todas las noches de esta semana he soñado contigo, y he querido abrazarte. Cuando tenga dinero suficiente, te alcanzaré, y me casaré contigo. Besos y abrazos.
P. D. Espero que encuentres mi carta a tiempo. Usaré otros recursos. Ya entré también al yahoo respuestas por recomendación de este joven tan metiche. Te quiero y te extraño.
Por iniciativa mía, dejo estos videos tan populares. Como recurso publicitario. Espero que funcionen.