jueves, marzo 26

autoridad y respeto

estaba yo dormido anoche, y de una nada que tenía el color de la niebla y la espesura de un algodón de feria, apareció Don Miguel de Unamuno y me dio una patadita en la espalda. no estaba él parado sobre el colchón, sino que, como la cercanía con el suelo me calma el calor, la cama donde duermo no tiene patas.
si todavía no se lo cuento a todos los que conozco, y si sentado puedo escribir como no podría saltando de alegría, es porque sospecho que aquel tipo no era Don Miguel. Unamuno, creo, no me habría despertado de ese modo, no me habría sugerido asaltar un banco y, sobre todo, nunca tuvo, o nunca lo supe, una cola.
pero es tan respetable la figura de Don Miguel, que, sin que mi buen juicio pudiese intervenir mis macabras decisiones, conseguí esta tarde un estupendo revólver que estrenaré mañana a las nueve en punto. qué le vamos a hacer.