miércoles, junio 25

Nuevo método para patinar sobre concreto

1 -- La novela que estaba escribiendo se fue al carajo. La empezaré de nuevo y la corregiré. Juro no volver a enseñar nada que no esté antes revisado y leído por lo menos tres veces. Las chaquetas bloggeras estarán, por supuesto, excentas de todo trabajo editorial. Aconsejo paciencia.

2 -- El horóscopo de acá me augura buena fortuna desde el año pasado. Por si fuera poco, en el horóscopo de allá estoy en mi momento más fuerte porque este año es el año de la rata.
No quiero decepcionar a los creyentes, pero la buena fortuna la he tenido toda mi vida; lo malo es que la mala fortuna me parece siempre más atractiva, más poética y más romántica. Viva Max Estrella.

3 -- Tengo dos meses para tomar una decisión que me dará dinero o que me convertirá en un ser responsable y de costumbres intachables. Dinero o moral, dinero o moral. Dejaré que la situación socioeconómica de mi país decida por mí.

4 -- En todos lo árboles en todas las banquetas en todos los asientos de microbús (chingue a su reputa madre el pendejo que quiera poner comas) hay un resplandor de vitalidad que me escupe a la cara lo inútil e incompetente que soy cuando estoy contento.

5 -- La alegría me inyecta la sensación constante de que algo anda mal en mi vida. La alegría me deprime porque no hay nada más falso ni nada más traicionero que andar con una sonrisa involuntaria en la cara. La alegría y la felicidad apuñalan por la espalda. ¿Cómo puede todo ser tan perfecto, carajo? No es posible. No es posible. Debo hacer un inventario.

6 -- Hace cuatro puntos alguien escuchaba a Michael Jackson por la radio. La tonadita noventera de sus rolas me inundó el cráneo con energía asesina y estuve tentado a creerme los augurios que salen en las galletas chinas de la suerte. Por suerte, la racionalidad me chifló a tiempo y pude rectificar. Deduzco de este hecho tres reglas: la primera dice que los impulsos y la razón pueden llevarse muy mal. La segunda afirma que los impulsos y las decisiones pueden llevarse bien o mal, y que el valor de conveniencia está definido sólo por el azar. La tercera declara que el azar y la suerte nada tienen en común. Aprendí, además, que casi todos los adjetivos de este párrafo carecen de un valor estético reconocible, puesto que no aportan información adicional importante y funcionan como maquillaje de mal gusto.

7 -- Que bonito es el amor. Te amo, Cotuza.

8 -- ¡A patinar!