lunes, enero 21

viejo amigo:

cualquier odio correspondido, cualquier palabra posterior, cualquier intento de disculpa, todo carecía de importancia, todo parecía inútil después de lo que te hice, viejo amigo. yo usé tus complicaciones morales en tu contra, y la reacción que tuviste me parecía merecida y justa. no sabías por qué te sentías molesto. pensabas que los celos te habían movido, o que yo me había convertido en un imbécil (quizá siempre fui un imbécil), o que... qué sé yo. el caso es que empezaste a despreciarme, y yo me guardaba las ansias por saber que no tenía derecho a decir nada.
sin embargo, me he enterado por medios misteriosos y sorprendentes de que estamos a mano, porque no fui yo quien disparó primero. así que, como sé que no dejarás de odiarme, ahora yo también te odiaré a ti y me burlaré de todas las desgracias que te ocurran como tú te has divertido con las mías. haré chistes con tu dolor, y, cuando duermas, como no estemos juntos y borrachos, enviaré a mis duendes nocturnos para que te azoten las costillas y te tiren de la cama. así estaremos cerca de lo justo, que es lo que me interesa, aunque el buen nietzche me haga caras de desprecio.

firma lo que ha quedado del totis.