Porque no iba en serio. La vida era un tablero con fichitas de plástico, verdes todas. La casilla de la muerte siempre te andaba regresando al principio, y no importaba; hasta te cagabas de la risa. Las reglas, siempre las reglas. Pero, ay, qué equivocados estábamos. Tuvimos que jugar un juego por todos los juegos. Tuvimos qué apostarlo todo en un azar de 5 días. Tuvimos qué perder para salir, y encontrarnos con otro mundo. Por eso me decían que no, que no era ficción como yo creía, que eran otras realidades. Ahora lo comprendo. Qué tan alejado puede vivir uno de lo verdaderamente tangible. Qué tan disfrazado de payaso. Qué tan muerto.
Jugábamos al nihilista graciosito, y nos hicieron trampa. ¿Qué tan alejado estaré ahora?
Jugábamos al nihilista graciosito, y nos hicieron trampa. ¿Qué tan alejado estaré ahora?