miércoles, junio 27

¿mentira?

había algo urgente de lo que yo quería hablar, pero ahora no recuerdo. mis ideas se han vuelto caóticas, ya no obedecen a ninguna estructura. ayer hablaba de la mentira, hoy me parecen absurdos los argumentos que usé. las palabras me llegan sueltas, sin ensamble, y no sé qué puedo hacer para remediarlo. extraño los tiempos de soberbia, en los que podía armar conceptos con mucha facilidad. he perdido mis capacidades de abstracción y de asombro, y cada vez me hundo más en el problema. no me quejo, sin embargo, porque sigo pensando que si el progreso no existe tampoco el retroceso puede existir. esto debe tener sus ventajas: por ejemplo, la imbecilidad de disfrazar las emociones se me ha borrado casi por completo. la imbecilidad de la indecisión también. en cierto sentido, toda esa basura conceptual era un estorbo para enfrentar la realidad inmediata. la necesidad de comer se ha vuelto más tangible. el amor parece menos complicado.
me preguntaron hace poco que si me leían las cartas. necesitaba una duda explícita, y no pude formular alguna. no es que lo sepa todo, o que nada me falte, pero demonios, no había nada allí. lo que busco lo encuentro en los libros, quiero a una mujer que creo que empieza a quererme, me invento lo que necesito con trabajos, pero me lo invento a tiempo. ¿qué le podía pedir al oráculo? y si me encontrara al genio de la lámpara, sería lo mismo. los problemas vienen y se resulven casi solos. mis deseos cambian constantemente, no he dejado de desear. no me he convertido en nihilista (durante algún tiempo pensé haberme convertido en uno), cada vez me siento más a gusto.
lo preocupante es que la comodidad hace que dejemos de movernos. (pronto me preguntaré por la necesidad del movimiento). pero quizá todo esto sea una mentira.

lunes, junio 18

mal, mal, mal, mal

todo está mal, todo.
no está en su lugar, hay que ensamblar de nuevo las piezas.
pero no hay cómo ensamblarlas, son piezas de otro rompecabezas.
todo está mal.
me doy cuenta de que todo está mal cuando no hay nada que pueda estar mal.

hemeroteca

Fernando Arce toma una papeleta y la llena con letras azules. Quiere el aviso oportuno, pero hay que esperar. La sala es grande: allí, 27 personas encorvadas se rascan la cabeza y se acarician la barbilla. No es posible que todos busquen la misma cosa, piensa Fernando, y usa una de las sillas. Saca una libreta pequeña del bolsillo, la pone sobre la mesa y luego traza líneas que se juntan se separan se curvan y que de lejos hacen estrellas, tableros de ajedrez, ojos de chicas que usan gafas.
Una segunda hoja garabateada y han llamado a 4 personas ya. Hay dos puertas al fondo. De una, abierta, sale la voz que anuncia al siguiente desempleado; sobre ella, Fernando lee la palabra «préstamo». La otra está cerrada; en lo alto, la palabra «devolución» chilla en letras negras.
Tres horas más pasan. Ya no son 27 personas, sino 52. Se han ido 14, así que hay 66 caras nuevas. El calor es insoportable, creo que Fernando va a derretirse. Todos están aburridos, más los empleados de la hemeroteca. Alguien deja caer un papel antes de irse, no puede haber sido un acto intencional. Cierto hombre calvo lo recoge y en voz alta anuncia que es un recado.

"Sandra:
"Esta mañana, cuando quise prepararme un café, no encontré más en la alacena, También te llevaste mi azúcar, un kilo de frijoles, mi pluma fuente y dos libros verdes que tenía en el escritorio. Los estaba leyendo, ¿sabes? No tengo trabajo y NECESITO esas cosas. ¿Que te has creído, perra? ¿Que puedes abandonarme y además robar? ¿Que porque te quiero todavía no voy a decir nada? Puedes irte al carajo"

Una carcajada suena, luego tos y hasta el fondo un celular. Mucho aburrimiento, nadie se conoce, qué intento más idiota de quemar el hielo. Esto es una competencia, piensa Fernando, esto es una competencia, nadie vino aquí a hacer amigos y ese pobre hombre lo está pagando con ridículo. Asqueado, Fernando Arce se levanta y camina hacia la puerta dispuesto a perder su turno para consultar el aviso oportuno, pero antes de que consiga escapar, un viejo cae muerto a sus pies; acaba de sufrir un infarto.

miércoles, junio 13

de risa


Sé por qué me escupiste en la cara. Sé que querías que te odiara como tú me odiaste. Alguna vez estuve en una situación parecida: quería que mi enemigo experimentara exactamente la misma repugnancia que él me había provocado. Pero sabes, has llegado tarde. Ya desde antes me causabas asco. Desde hace mucho. Tenías la partida ganada desde el principio, idiota, así que perdiste el tiempo. Podías haberte masturbado unas 45 veces en lugar de estar tratando de hacerme vomitar. Quizá así me habrías revuelto el estómago por duplicado. Todo el placer que te has perdido por imbécil, ¿ves? Pero no te preocupes, la gente suele hacer tonterías.

Ah, y no creas que guardas un lugar privilegiado en mi corazón. Hay muchas cosas que me provocan náuseas. Hoy una señora trajo a su escuincla a buscar información en internet, por ejemplo. Se quejaba de que la babosita tuviera que escribir todo a mano, porque la maestra le había pedido así el trabajo. «¡Qué absurdo! ¿Por qué lo hace?» Yo sé por qué, estúpida: porque vienes todas las semanas y me pides que pase al procesador de texto directamente información que no has leído, y luego quieres que escriba el nombre de tu pendejita hasta arriba, con escuela, grado, grupo y, si supieras que se puede conseguir un logo, también me lo pedirías. Y lo peor de todo: tan sin cabeza eres, que estás dispuesta a darme $70 por semejante nimiedad. $70 por 5 minutos de mi tiempo en una pequeña búsqueda en la que yo no hago más que mover un poco los dedos. Ah, ah, debería mandarte al demonio la próxima vez que vengas. Si por lo menos tuvieras la decencia de preguntar cómo se hace.

Y bueno, regreso contigo ahora, tarado. Podría decirte muchas cosas más, pero el caso es que yo también apesto. Así es, también soy un imbécil. Confesarlo no me hace menos imbécil. La primera razón por la que soy imbécil, es por dedicarte una entrada en MI blog. De las otras razones no te hablo, para que no te quiebres la cabeza.

lunes, junio 11

sacudida

la madición del conejo se hizo realidad el domingo en la madrugada. cuando desperté y no estabas, y me contaron lo que había sucedido, pensé que todo estaba perdido contigo, pero me recibiste, y tenía la cola entre las patas. hasta me besaste.
sucedió algo más: yo estaba equivocado. creí que te conocía, creí que sabía cómo te sentías. te quería por esa idea que me había formado de ti. ahora que sé que no tengo puta idea de lo que sucede en tu cabeza, ni de cómo funcionan tus entrañas, te quiero más. me doy cuenta de que me estrellaré contigo y de que volveré a pararme con la frente llena de sangre, y mi necedad me ofrecerá una nueva colisión que no voy a rechazar. ni berganza ni belane ni carlos podrán hacer algo contra la placa de acero que permanece oculta bajo tu piel.

viernes, junio 8

nota

a veces, me traiciona el pasado. hoy, de chismoso en otro blog, me encontré con un par de fotos que casi me hacen llorar.

amor, odio, libertad y aburrimiento,,, y cybercafé

sospecho que el amor está sobrevalorado. sospecho que la libertad está sobrevalorada. sospecho que el odio y el aburrimiento son dos estados subestimados. a veces sospecho que alguien me observa, y a veces sospecho que nadie me escucha.
esta mañana me sorprendió un titular que anunciaba la muerte heróica de un «asistente de cybercafé». creo que hablo en nombre de todos los empleados de cybercafé cuando digo que un tipo que frustra el asalto del sitio donde trabaja es un imbécil. le pagan mal y lo explotan, y todavía..., o quizá el imbécil malpagado y explotado sea sólo yo.
o tal vez será que el ocio de estar cobrando o sentado esperando clientes le deja a uno el tiempo para pensar en cosas como el amor, el odio, la libertad y el aburrimiento, y sea luego necesario arriesgar la vida en cualquier estupidez para recuperar algo de lo que se ha llevado de nosotros la ciudad, la gente, la masa deforme.
ya lo decían jaime lópez y tarantino. no más héroes, por favor, y quién arriesga la vida por algo que, en realidad, no le importa. respectivamente. me pregunto qué haría yo, pero es una pregunta inútil, porque sé lo que haría. todos saben lo que haría. no me importa ya sorprender a nadie. y todo este caos que gobierna mis palabras es una mentira, porque de caótico tengo sólo el hot cake que me hago en la mañana y mi libreta donde a veces dejo notitas.
el amor está sobrevalorado, porque las cucarachas no aman y van a sobrevivirnos, y quién sabe a cuántas especies que consigan amar sobrevivan. el odio está subestimado, porque qué sería del amor sin el odio. y qué caso tiene la libertad sin el aburrimiento. como sea, el amor y la libertad me aburren a veces y me generan odio. aunque luego me hacen amar la vida, y en ocasiones, quiero ser libre del odio y del aburrimiento.
quien haya soportado el párrafo anterior es mi héroe. yo mismo soy un héroe que limpa jardineras que todos confunden con basureros y talla excusados. trato con niños gritones que juegan xbox y con gente necia que pide cosas que no se pueden hacer. le sonrío a las burlas de mis jefes. saco copias y capturo mensajes de éxito y esperanza de gente exitosa y esperanzada. la ciudad está llena de héroes. no más héroes, por favor, los héroes apestan y ya nadie les baja el ego. gano 600 a la semana.

miércoles, junio 6

macusa


Macusa se bebió toda el agua que había en el vaso. Luego, tomó su maleta y salió de la casa. Cuando Pablo regresó, no encontró nada en el refri. La despensa tampoco estaba en la alacena. No había qué comer. El departamento sería desalojado en un par de días. Los amigos estaban lejos, y ni un vaso de whisky podía conseguirse.

Pablo arrojó su chamarra hacia el sillón y quiso prender el último cigarro, pero el encendedor falló. Entonces, las lágrimas le llegaron a los ojos. Se detuvieron antes de salir. Se quedaron allí, pesadas, jalando consigo todas las entrañas. Primero se desprendió el corazón, luego los pulmones, el hígado, las tripas. Sólo quedaron las glándulas suprarrenales.

Sin cerebro, deambuló guiado por las secreciones hormonales que todavía conservaba. Caían sobre la funda que era su piel, y conseguían moverla. Los espectaculares lo confundían. La luces de los bares, la gente. Todo era piezas de un rompecabezas. Todo, hasta los papeles que aseguraban deudas.

Tres de la mañana. Sin novedades. Han pasado 9 horas desde que Macusa llegó a la terminal de autobuses del norte. Quiere irse, pero no sabe qué destino. Debe ser un lugar lejano y barato. Tan barato como para costar un máximo de $400. Todo está calculado, todo.

Descubre que hay descuentos en el aeropuerto. Puede llegar a Chiapas con $350, decide esperar el metro e irse al aeropuerto.

8 de la mañana. Pablo está en un cerro, destripado. Mira el cielo, y no hay nada. De pronto, un pájaro metálico brilla, reluce, le enciende el cigarro que no ha podido prender. Ah, Macusa, siempre supiste darme ánimos.

martes, junio 5

el suicidio de los celos (contado objetivamente)



Once de la noche. Bellas Artes. El metro no llega, y dos ratones pelean por una barra de chocolate sobre las vías. Persiguen, saltan, muerden. Roberto se pierde en la riña gris, y cuando parece que uno de los roedores ha triunfado, el otro ataca por la retaguardia. Todo se va al carajo luego de que arriba el convoy anaranjado del sentido contrario.

Roberto quiere descansar, pero los policías vigilan las falsas esculturas mayas. Quizá el suelo, aunque pararse será difícil. Con envidia, se concentra en las personas que van sentadas dentro del vagón. Una pareja se besa y un anciano se rasca la cabeza. La mirada vuelve a la pareja que se besa. Ojalá Liliana anduviera cerca. Pero Liliana anda cerca, y besa y abraza, y está sentada. Sorpresa. Roberto vuelve a mirar a Liliana. Admiración. Vuelve a mirar y nota un peinado distinto. Suspiro. Mira de nuevo, y es Liliana, pero con un peinado distinto, y con un hombre distinto, y en un asiento que no es el de todos los días (quizá sí, pero no con él). ¿Por qué Roberto no suelta espuma? ¿Por qué no suda?

El metro se va. La música es mala, pero tranquila. Los ratones regresan y chupan el chocolate aplastado en las vías. El metro se va. De este lado, otro llega. Roberto aborda y, a pesar de las prohibiciones, fuma un cigarro.

lunes, junio 4

moral

ah, ah, ah. detente. no cruces esta línea.
por qué piensas que quiero tus consejos.
tengo un límite.
parece que no, pero tengo un límite.
mi paciencia es muy elástica, pero al final se rompe.
no quiero tus consejos.